viernes, 22 de mayo de 2009

LA DISCORDIA DEL TUNEL DE LA CONCORDIA

Hasta hace muy poco solo existían dos maneras de solucionar problemas limítrofes entre naciones: la violenta y la pacifica. La primera consistía en que ambas naciones hicieran todo lo posible por destruirse unas a otras y el que destruía más ganaba. Esta es simple pero increíblemente costosa. La segunda, mucho más barata y salomónica, no era más que pedirle a un tercero que decidiera a favor de uno u otro. Por su parte este método siempre resultaba en que el perdedor señalaba que era injusto y había el riesgo de que este no reconociera el fallo, terminando como al principio o en el peor de los casos ambas naciones lo resolvían de la manera violenta, siempre efectiva.

Señalo esto debido a que hace muy pocos días apareció una nueva manera de solucionar estos problemas, una a medio camino entre la manera violenta y la pacifica, la de la concordia. Me explico. Tres arquitectos chilenos – Fernando Castillo Velasco, Humberto Eliash y Carlos Martner – han propuesto dar termino a 130 años de discrepancias limítrofes entre Chile y Bolivia construyendo un túnel de 150 kilómetros a lo largo de la frontera entre Chile y Perú, y que desemboque en una isla artificial construida con la tierra removida, esto con el objeto otorgar a Bolivia su preciada, y siempre negada, salida al mar.
Bueno, bonito y barato (pausa incómoda y sonidos de grillos de fondo).

Las intenciones son buenas, de eso no cabe duda. Otorgarle una salida digna al mar al pueblo boliviano para que así puedan surfear las olas y degustar de ese gran océano me parece bien intencionado y divertido. Lo de bonito es paradójico ya que estará bajo tierra y a menos que seas un topo no lo sabremos. ¿Barato? Aquí es donde la propuesta peca de inocente. Como argumento económico los autores hacen referencia a los economistas John Luke Gallup y Jefrey Sachs señalando que “un país sin puertos soberanos para importar y exportar pierde entre el 0,6% y el 1% de su PIB anual”. Según los arquitectos esto significa que Bolivia estaría en condiciones de que en solo 10 años recuperar la inversión inicial de la nada despreciable cifra de US$ 4 mil millones. Si no logras dimensionarlo es un cuatro seguido de nueve ceros y es en dólares. Ante esto el Doctor en Transporte Louis de Grange respondió a través de una carta a un periódico nacional que “considerando el crecimiento tendencial del PIB de Bolivia para una tasa de descuento del 5%, recién en 40 años más podrá recuperarse la inversión inicial, y no en diez como se ha planteado”. No soy economista pero entiendo que Bolivia tendría dos opciones: tardar cuatro décadas en pagar el capricho o guardar el dinero y comprarse algún terrenito en África, en lo posible una isla para no tener problemas con nadie.

Detengámonos un poco a pensar y dimensionemos el desafió. El Eurotúnel, que cruza bajo el Canal de la Mancha uniendo Francia con Gran Bretaña, alcanza los 50 kilómetros de largo a un costo de más de US$ 10 mil millones, es decir, el proyecto en cuestión pretende construir un túnel tres veces más largo que su primo hermano europeo con menos de la mitad de su presupuesto. Díganme pesimista pero los números no me cuadran. Para que hablar de que este proyecto supone la buena voluntad de los países de Perú y Chile, cediendo parte de sus territorios para la construcción del famoso túnel y la isla exactamente en el área marítima en disputa entre ambos países. Y la historia nos demuestra que la buena voluntad no es precisamente una cualidad de ambas naciones a la hora de llegar a un acuerdo. Parece que eso a nadie pareció importarle.

Pero contrario a lo que se podría pensar, de que este fue fruto de una noche de juerga de unos tipos pasados en copas bajo los efectos de algunos ácidos vencidos, la propuesta fue fruto de tres años de laborioso trabajo profesional por tres destacados arquitectos chilenos.

En honor a la verdad resulta más que significativo que haya profesionales que dediquen su tiempo libre a solucionar los grandes problemas que importan. El problema no es ese, sino que imaginar a una de las economías mas pobres de Latinoamérica, una de las con mayores inestabilidades políticas y sociales, llevar a cabo una de las empresas mas ambiciosas de toda la historia humana da como un leve dolor de colon. Estamos hablando de la nación que ha sido incapaz de explotar sus abundantes recursos naturales, que sufre de levantamientos sociales todas las semanas y que cambia de presidente como quien cambia de calcetines todas las mañanas (31 en los últimos 50 años). Eso es lo escalofriantes del escenario. Algunos dirán que si fue posible hace miles de años construir gigantescas pirámides en medio de la nada es posible construir este túnel. Pero para ser honestos con la historia construirlas con mano de obra esclava a punta de latigazos es fácil y económico. Y no se ustedes pero a mi como que no me da eso de ver al pueblo boliviano esclavizado solo para que puedan atestarse de productos chinos de dudosa calidad y conviertan el surfing en su deporte nacional por excelencia.

3 comentarios:

  1. Al tomar en cuenta la comparacion con el Tunel de la Mancha la verdad es que este proyecto parece poco serio. Basta con darse quince minutos en Wikipedia para dimensionar la magnitud del proyecto que pretenden que lleve a cabo Bolivia.

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  2. el proyecto es ridiculo!!!!

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  3. esta critica es como decir "nadie lee ni comenta tu blog"

    Livianito...

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