martes, 6 de octubre de 2009

Necrópolis

¿Le temes a los muertos? ¿Vivirías junto a ellos? ¿Vivirías en un cementerio? Hay personas que ni siquiera se lo preguntan, lo hacen. Ciudades como Manila y El Cairo se han expandido de tal manera en las últimas décadas, que como respuesta a la sobrepoblación y el hacinamiento los cementerios han sido colonizados por miles de familias que los han transformado en una necrópolis próspera, completa, con espacios compartidos públicos, una infraestructura de servicio informal, aulas e incluso varias barras de karaoke. En fin, todo lo que una verdadera ciudad necesita.

El elemento más interesante es la potencialidad de un espacio, que había sido desterrado por la ciudad hace más de tres siglos por considerarlo impuro y antihigiénico, para ser reutilizado y transformado para los usos más variados. El número de viviendas dentro de estas Necrópolis se ha disparado de manera exponencial, al punto que en la ciudad egipcia de El Cairo extraoficialmente se calcula que el número de habitantes de esta ciudad improvisada alcanza los dos millones de personas. La necrópolis se ha convertido en metrópolis.

A diferencia de los cementerios occidentales, los egipcios acostumbran a construir una gran sala donde alojar al difunto. Los dueños de estas tumbas permiten a estas familias que habiten los panteones a cambio de velar por su mantenimiento o por algunas monedas. Algunas familias terminaron aquí casi por casualidad. Unos heredaron los mausoleos en que ahora viven de sus abuelos fallecidos. Otros vinieron de las provincias y no podían ganar bastante dinero para vivir en la ciudad grande. En todos los casos, ellos son básicamente familias sin ningún lugar adonde ir.

Los caminos desordenados que forman las sepulturas dan al lugar la imagen de un barrio más, donde los panteones más amplios han sido convertidos en tiendas de comestibles, y los más accesibles, en pequeñas viviendas. Pequeñas casas son construidas improvisadamente entre o sobre la cima de las criptas.

La gente que vive aquí logra extraer sustentos de los muertos. Los adolescentes llevan ataúdes. Los niños recogen la chatarra, el plástico, y otra basura para vender. Sus padres son empleados para reparar y mantener tumbas mientras las madres mantienen el hogar, que podría ser el mausoleo familiar o el de sus patrones.

Esto es una reutilización adaptable realizada en una escala urbana, una reflexión de realidad económica y la creatividad comunal más bien que una indiferencia particular para los muertos.

3 comentarios:

  1. Un post muy interesante, es curioso como nosotros tenemos la muerte como tabú y para otros es algo prácticamente normal (aunque no vivan allí por gusto, si no por obligación, es algo que con nuestra cultura sería complicado)
    Un saludo

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  2. Increible a lo q hay q llegar para vivir medianamente digno

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  3. Si algo muy interesante pero tenemos una cultura muy pendeja y seguro nos asombraremos de esto....

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