viernes, 3 de abril de 2009

DETROIT: EL ULTIMO APAGA LA LUZ

En una escena de la película Twelve Monkeys (12 monos), el protagonista, James Cole (interpretado por Bruce Willis) en uno de sus tantos saltos del tiempo aparece en una ciudad abandonada, donde no hay nadie, excepto él, y lo único que acalla esa aterradora soledad es la presencia de unos pocos animales salvajes – leones incluido. El ser humano ya no está, se fue, y los edificios son la única evidencia de que alguna vez estuvo ahí. Esta escena que comento es por una parte tremendamente seductora pero por otra es profundamente desconcertante, aquí la ciudad se vuelve la cuna de todos tus miedos y paranoias apocalípticas. Sin embargo, lo que es aún más escalofriante es que esa ciudad existe, y se llama Detroit.

Detroit es lo que podríamos denominar una ciudad fantasma sin fantasmas. Cientos de edificios y viviendas se encuentran abandonados, solo superados en cantidad por los terrenos vacíos en los que alguna vez hubo edificios, hoy demolidos. Grandes fábricas de automóviles, exuberantes mansiones y lujosos hoteles ocupaban estos terrenos, hoy ocupados nada más que por ruinas y escombros. Plantas automotrices, la Biblioteca Pública, muchas estaciones de gasolina, la estación de trenes, edificios de oficinas, bares, hoteles, el teatro, el parque de diversiones, son solo algunos de los edificios abandonados de la ciudad de Detroit. Nada de raro es encontrarse con algún edificio de cincuenta pisos completamente vacio, más bien abandonado, dejado a su suerte: El último apaga la luz.


Welcome to the jungle, baby, you gonna die! Dice una estrofa de la famosa canción de Guns N`Roses, la que fue escrita como una metáfora de la ciudad de Los Ángeles de finales de los 80’s y que puede ser una interpretación literal del Detroit de hoy. Esto debido a que en muchas areas, e incluso en muchos edificios, la ciudad parece una verdadera jungla. Muchos de ellos fueron reclamados por la naturaleza donde en muchos han crecido árboles y son habitados por algunos animales salvajes, única compañía de los vagabundos. Sean historias o no lo cierto es que Detroit ya vivió sus 15 minutos y ahora viene de vuelta, mas bien no va a ninguna parte, y sus cicatrices nos revelan su apogeo y su decadencia. Es tal la cantidad de edificios abandonados que todos los 31 de octubre - día en que los gringos y agringados celebran Halloween - se realizan quemas masivas de estas construcciones por obra de los mismos habitantes que aún se aferran a esta ciudad.


Durante la llamada Noche del Diablo (Devil´s Night) se llevan a cabo cientos de incendios intencionados en distintos puntos de la ciudad durante toda la noche, sobrepasando la capacidad de los cuerpos de bomberos, generando una verdadera hoguera urbana. En sus mejores tiempos llegaron a registrarse más de 800 incendios en toda la ciudad. Estos actos ilegales, que comenzaron como una simple broma adolescente, se han convertido en una verdadera tradición para sus habitantes. Pareciera ser que Detroit, tal como el Viejo Oeste, vive al filo de la ilegalidad. Todos estos edificios abandonados, como era de esperarse, han sido destruidos y saqueados, sus mármoles que alguna vez fueron símbolo de estatus para sus hoteles hoy han sido extraídos y vendidos en el mercado negro. Todo lo que se pueda vender ha sido saqueado, muebles, ventanas, alfombras, cables, todo tiene un precio. A la ciudad se le llegó a conocer como la "París del Oeste" por las grandes y exuberantes mansiones pertenecientes a las familias más ricas del país. Aquí se fabricaron los famosos Ford T, que junto a Chrysler y Dodge la convirtieron el la capital mundial automotriz, llegando a ser la primera ciudad en el mundo en construir una autopista subterránea. Hoy ha cambiado. O quizás ese sea el punto, la ciudad no cambio.

4 comentarios:

  1. La primera foto no es Detroit. Es Pripyat, en Ukrania, la famosa ciudad deshabitada después del desastre de Chernobyl.

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  2. Cristian Axl Valdés4 de octubre de 2009, 13:35

    Gracias por la aclaración fresquete, voy a corregir el error.
    Saludos

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  3. Lo que no se dice nunca es que la culpa del ocaso de Detroit la tuvieron los sindicatos izquierdistas, que con sus exigencias y condiciones hicieron inviable seguir fabricando en la ciudad.

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