viernes, 7 de enero de 2011

LA PEQUEÑA FILIPINAS


Este es uno de esos fenómenos urbanos dignos de ser contados.

En Hong Kong, entre 120.000 a 200.000 mujeres filipinas trabajan como empleadas domésticas. Son mujeres que han sacrificado su propia vida personal con tal de ofrecerles educación y una mejor vida a sus hijos. Esto les ha conllevado a sufrir discriminación por su raza, e incluso en muchos casos la explotación.


Pero ante este escenario ellas no decaen. Todos los domingos, su único día libre, ellas invaden el centro del distrito financiero y comercial de la ciudad, donde transforman y ocupan las calles, puentes, parques, plazas, centros comerciales, la calle principal, e incluso el propio edificio del Banco HSBC de Hong Kong. Estas mujeres cambian el significado del espacio público comercial, donde ellas transportan sus hábitos, tradiciones, religión y cultura en sus pocos momentos de ocio. El lujoso centro de la ciudad se hace un espacio doméstico donde ellas se encuentran, descansan, comen, bailan, juegan a las cartas y rezan.

Ellos imponen códigos diferentes en el espacio, construyendo una cartografía humana nueva y única. Su posición es exacta, constante.


Según las propias palabras de una de estas mujeres: "Tenemos sólo dos semanas de vacaciones cada dos años. Sólo cada dos años podemos visitar a nuestros hijos, nuestra familia. Los domingos somos felices cuando invadimos los espacios abiertos de Hong Kong y nos juntamos para recordar nuestra identidad y nuestra cultura. Esto es el único día en la semana que podemos hacer nuestras cosas personales como comprar, ir al banco a enviar nuestro sueldo a nuestras familias, ir a la Iglesia y enviar a casa cajas llenas de ropa, zapatos, libros, juguetes..."

"Podemos reírnos, cantar, bailar, comer y compartir entre mujeres nuestra felicidad, amistad y la solidaridad que omitimos en nuestro trabajo diario. El domingo nos sentimos felices en tierra extranjera. Los parques y las calles del distrito financiero de Hong Kong se convierten en territorio filipino, como las plazas de nuestras pequeñas ciudades. El Banco de HSBC es nuestra catedral y las cajas de cartón son nuestra casa".


El espacio público del Banco de HSBC - diseñado por el arquitecto Norman Foster - fue creado con un objetivo urbanista específico, como el centro financiero y comercial de la ciudad. Un área que de otra manera podría estar vacía y abandonada los fines de semana, en cambio es convertida en una pequeña ciudad que se alborota, algo autónoma de la ciudad y con su propia economía paralela de cambio y transacciones.

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